María Gabriela Camargo Mora y María José Delgado Cruz (2025). SARAGURO. TEJIENDO IDENTIDAD EN LOS ANDES. Historia, territorio y transformación cultural de un pueblo andino. Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL)
La
denominación Saraguro está relacionada con el maíz, ese grano fundamental que
ha sustentado a muchas generaciones y que sigue siendo crucial en la vida
andina. Algunos historiadores sugieren que se origina de las palabras sara
(maíz) y jura (germinado); otros lo ligan a las mazorcas secas o al maíz que
"procrea y da vida". Sin importar su verdadero origen, este lazo
simbólico pone de manifiesto la estrecha relación entre los saraguros y la
tierra que labran.
Saraguro se sitúa en la parte sur
de Ecuador, en la provincia de Loja, a una altitud superior a 2. 500 metros
sobre el nivel del mar. Está circundado por montañas, valles y quebradas que
pertenecen a la cuenca alta del río Jubones. El clima, que varía entre templado
y frío, junto con la diversidad de terrenos, ha permitido que, desde épocas
antiguas, se cultiven maíz, papa, melloco y otros productos de montaña.
El entorno no es solo un paisaje
natural: es un área sagrada. Cada colina, cada arroyo y cada fuente tiene un
espíritu guardián que se honra mediante ofrendas y rituales. Para los
saraguros, el territorio es una red viviente en la que se entrelazan lo humano,
lo natural y lo espiritual.
En este contexto, el pueblo
Saraguro ha forjado su identidad. Las comunidades se organizan en cabildos, que
son autoridades elegidas en asambleas, y que gestionan la vida colectiva. Desde
allí se toman decisiones sobre el uso del suelo, la defensa del territorio y la
planificación de fiestas.
Más allá de lo escrito, la
tradición oral sigue siendo fundamental para comprender su historia. Las
narrativas señalan que los antepasados llegaron desde el sur, traídos por los
incas durante la expansión del Tahuantinsuyo, como parte de los mitimaes. Otros
creen que ya había poblaciones originarias en la región y que se produjo una
mezcla entre lo inca y lo local. Lo cierto es que hoy los saraguros se
reconocen a sí mismos como herederos de una historia rica, marcada por la
movilidad y la permanencia.
El área del cantón Saraguro
incluye una cabecera urbana y diez parroquias rurales. Cada una preserva sus
características, pero todas comparten el orgullo de pertenecer a un pueblo que,
a pesar de las conquistas y transformaciones históricas, ha logrado preservar
su idioma kichwa, su vestimenta negra, sus festividades y su visión del mundo
andina.
Deambular por las calles de la
cabecera cantonal es experimentar el diálogo entre tradición y modernidad:
casas de adobe y teja coexisten con construcciones de cemento; en la plaza
principal, mujeres con polleras negras y collares de mullos caminan junto a
jóvenes que llevan mochilas universitarias. Todo esto demuestra que Saraguro no
es un pueblo anclado en el pasado, sino una cultura en evolución constante.
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